Ablandar galletas
Entre los muchos productos de la repostería, la galleta (galette, en francés) destaca tanto por la facilidad en su preparación como por la simplicidad que pueden revestir sus ingredientes.
Como el pan, una galleta puede llegar a contener solo harina de trigo, agua y sal. Sin embargo, puede adornarse con otros ingredientes e incorporar grasa animal o vegetal (manteca, margarina o mantequilla) huevos y azúcar.
Otros añadidos que dan color y sabor a una galleta pueden ser cereales diversos, vainilla, chocolate, frutos secos, coco, ajonjolí, frutas confitadas, cacao en polvo y azúcar glass, entre muchos.
De acuerdo con el tiempo transcurrido desde su preparación o a causa de los métodos utilizados al momento de hornear, las galletas pueden resultar muy duras, hasta el punto de hacerse incomibles, difíciles de masticar.
Afortunadamente, existen trucos que nos permiten devolver a las galletas la suavidad y la frescura del primer día; y así usarlas a la hora de la merienda para acompañar un té helado o caliente, un buen vaso de leche o un café con leche.

Cómo ablandar galletas duras
Cuando ha sido el tiempo lo que ha hecho que nuestras galletas se endurezcan, podemos recurrir a diferentes métodos que nos permitirán ablandarlas, devolverles suavidad. Por ejemplo, podemos recurrir a:
- El truco del frasco de vidrio.
Este truco hará de las galletas duras un manjar delicioso para esas horas en las que nos apetece un bocadillo que nos permita llegar hasta la hora de la comida o mientras estamos al frente del televisor viendo nuestro programa favorito.
Estos son los pasos:
- Nos hacemos con un frasco de vidrio para galletas, con su tapa.
- En el fondo del frasco, ponemos un pedazo de pan blanco, preferiblemente fresco.
- Sobre el trozo de pan colocamos las galletas que deseamos ablandar.
- Colocamos la tapa al frasco y cerramos bien.
- Esperamos durante 24 horas sin abrir el frasco.
- Este tiempo bastará para que nuestras galletas se vuelvan blandas y fáciles de comer.
- Mantenemos pan fresco dentro del frasco mientras haya galletas; es conveniente cada día cambiar los trozos de pan para que las galletas se mantengan blandas.
En caso de no contar con el frasco para galletas, podemos hacer uso de un recipiente cuya tapa tenga buen ajuste y no permita la entrada de aire. Seguimos los mismos pasos expuestos para el frasco de vidrio.

- El truco del horno de microondas.
El horno de microondas es un artefacto al cual podemos sacarle mucho provecho en la cocina. Ablandar galletas duras es uno de esos beneficios que puede obsequiarnos este electrodoméstico.
Para suavizar las galletas en el microondas, solo basta seguir estos pasos:
- Hacemos funcionar el microondas a poder medio.
- En una bandeja apropiada, colocamos las galletas duras y las dejamos en el horno durante 15 segundos.
- Tengamos cuidado de no exponerlas demasiado al calor del artefacto, pues podemos arruinarlas antes que recuperarlas.
- Una vez que las galletas se hayan calentado, las retiramos del horno microondas y les permitimos que se enfríen.
- El resultado será unas galletas blandas y bastante masticables.
Si llegara a ocurrir que las galletas no se ablandan lo suficiente, podemos llevar a cabo este mismo truco, pero colocando junto a ellas dos pedazos de pan al momento de introducirla al microondas.
Ingredientes y cocción adecuados para obtener galletas blandas al cocerlas.
Como ya adelantamos, las galletas pueden resultar duras una vez que se han horneado. Factores como los ingredientes usados en la receta y el tiempo de cocción pueden influir para que esto ocurra.
Lograr unas galletas suaves, esponjosas y muy deliciosas es bastante fácil si al prepararlas tomamos en cuenta las razones por las que resultan duras luego de hornearlas y cómo evitar que ello suceda.
- Trabajar excesivamente la masa puede estropear los resultados: ocurre que al amasar en exceso la preparación, esta tiende a desarrollar demasiado gluten, lo que provocará que las galletas se endurezcan al hornearlas.
Al combinar la harina con los ingredientes, solo debemos procurar que esta se integre completamente, usando una cuchara y movimientos envolventes, sin batidora.
- Mucha harina en la preparación: si nos pasamos en la cantidad de harina, la forma de corregirlo es usar una taza de medir o un peso, para tener una noción exacta de las cantidades de harina que debemos usar en la receta.
- Usamos harina con mucho gluten: el gluten es una proteína que le imprime fuerza a la masa. Por ello es conveniente que en la preparación de galletas usemos harina especial para repostería o la harina 0000 llamada ‘floja’.
Si lo que queremos es obtener galletas esponjosas, podemos sustituir una ¼ parte de la harina por maicena, frutos secos molidos, chocolate fundido o cacao en polvo.
- Muy poca grasa en la masa: podemos conseguir unas galletas muy tiernas si tan solo añadimos ¼ de taza más de grasa; que sea preferiblemente manteca vegetal.
- Le faltó azúcar a la preparación: en estos casos, la solución es bastante simple: se corrige añadiendo adicionalmente ¼ de taza de azúcar.
- Evitemos bandejas negras u oscuras para hornear galletas: estas bandejas suelen ser gruesas, a diferencia de las de aluminio, que son delgadas y permiten una cocción pareja, que el azúcar se funda y las galletas se doren.
- El tiempo y la temperatura de horneado son cruciales para obtener galletas suaves y esponjosas: siempre es bueno vigilar tanto el tiempo como la temperatura del horno: el exceso de ambas arruina nuestras galletas.
- La grasa ideal para las galletas es la manteca vegetal: es innegable que el sabor de la mantequilla imprime a las galletas un aroma y un gusto deliciosos; no obstante, este tipo de grasa atenta contra la suavidad de las galletas.
La manteca, por tener un punto de fusión más alto, provoca que la galleta se extienda menos, lo que contribuye a que retengan más humedad y que sea más lento el proceso de endurecimiento.
- Nunca debemos olvidar dejar enfriar las galletas antes de guardarlas: las dejamos 5 minutos sobre la bandeja del horno y luego las pasamos a una rejilla.
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